miércoles, 19 de noviembre de 2008

Batallas que adaptar.

Estando de coloquio esta mañana con un amigo y, ahora que está el anuncio (bastante patético por cierto) del nuevo Call of Duty emitiéndose por las cadenas de televisión, mencionó el tema de lo cuan poco originales son los creativos de los shooters, siempre nos cuelan la Segunda Guerra Mundial escudándose en que maravillosos son los gráficos o que bien suena una bala de un M1 Garand penetrando en el casco de un nazi.

Innegable es que fue una de las guerras más "carismáticas", ya sabéis: Hitler, bomba de Hiroshima, desembarco en Normandía, el "bien" absoluto representado por los aliados contra las fuerzas del "mal" de Hitler...
Aún así, se han realizado multitud de videojuegos con la misma historia, pocas batallas quedan ya que representar en el universo virtual sobre la WWII (así, a lo yankee), por ello, escribiré sobre algunas guerras del siglo XX que merecen consideración. Hoy tenemos:


Guerras de los Balcanes (1912-1913)

El congreso de Berlín, de 1878, rechazó el proyecto de "Gran Bulgaria" y restableció la dominación otomana sobre Macedonia, región que, posteriormente, fue presa de una agitación constante.

En octubre de 1912, Bulgaria, Serbia, Grecia y Montenegro declaran la guerra al Imperio Otomano.














(El cólera en el ejército Otomano)

Los griegos tomaron Tesalónica, luego Albania, Epiro, Macedonia y Tracia cayeron ante los aliados y los otomanos fueron presionados para mantener la defensa de Constantinopla. Debido a un armisticio entre Bulgaria y Turquía el 3 de diciembre, Grecia continuó la guerra sola.

El Tratado de Londres terminó la Primera Guerra de los Balcanes el 30 de mayo de 1913, pero las disputas territoriales siguieron sin resolverse. Como resultado, la Segunda Guerra Balcánica siguió inmediatamente.

Además de Grecia, que obtuvo la independencia en 1820, los nuevos estados de Bulgaria, Montenegro y Serbia ansiaban aumentar sus territorios a costa de las posesiones turcas en Europa.

El 17 de octubre de 1912 los aliados balcánicos declaran la guerra a Turquía. La situación turca era difícil pues habían de combatir en tres frentes: en la frontera directa con Bulgaria en Tracia, en Macedonia con Grecia y en la frontera común serbo búlgara.

El ejército aliado más poderoso era el búlgaro, construido a imagen y semejanza del ruso y que contaba con 11 divisiones de unos 20.000 hombres cada una. Además de los 220.000 búlgaros, Serbia y Grecia movilizaron unos 150.000 cada una y Montenegro, con 300.000 habitantes, alistó 38.000 hombres. En total unos 550.000 aliados se enfrentaron al ejército turco. Éste, aunque muy superior en número, estaba repartido entre sus provincias europeas, africanas y asiáticas de forma que, en los frentes abiertos, sólo podían oponer 300.000 hombres.

La idea inicial era que 6 divisiones búlgaras con otras dos en reserva, atacaran Adrianápolis y luego Estambul. Los serbios y montenegrinos, apoyados por las otras tres divisiones búlgaras, atacarían en Macedonia con apoyo griego. A última hora, y sin avisar a sus aliados, el Alto Mando búlgaro cambió de estrategia. 10 divisiones fueron concentradas en el frente de Tracia y sólo una fue destinada a combatir junto a los Serbios. Esta medida fue el germen de la segunda guerra Balcánica ya que los servios se consideraron abandonados.

Los búlgaros conquistaron Adrianápolis y amenazaron Estambul. Del grueso búlgaro se destacó una división en apoyo de Grecia y juntos ocuparon Salónica y Janina. En el sector del río Vardar, los serbios, apoyados por la división búlgara, ocuparon Monastir y Scútari.

El 30 de mayo de 1913 se firmaba el Tratado de Londres por el que Turquía perdía sus provincias europeas a excepción de Albania y la franja que rodeaba Estambul. Bulgaria fue la gran beneficiada por el reparto.

Considerándose traicionadas por Bulgaria, Grecia y Serbia planearon la venganza. A los pocos meses de la firma de tratado, Serbia y Grecia atacaron Bulgaria. Los turcos, aprovechando la guerra, reconquistaron Adrianápolis.

Desbordada por todos los frentes y sin apoyo ruso, que fue cortado en seco por las amenazas alemana y austrohúngara de intervenir, Bulgaria hubo de capitular.

El 10 de Agosto de 1913, se firmó la paz en Bucarest y Bulgaria tuvo que reconocer a Turquía la posesión de Adrianápolis y ceder la mayor parte de sus conquistas anteriores a Serbia y Grecia. Por último, Albania se declaró independiente.

El 1 de junio de 1913, Grecia y Serbia pusieron fin a su alianza con Bulgaria, lo que provocó el estallido de la Segunda Guerra Balcánica el 29 de junio del mismo año.

El Tratado de Londres había creado fricciones entre los aliados balcánicos, especialmente entre Serbia y Bulgaria. Una de las causas de la desavenencia fue la negativa de Bulgaria a reconocer la reivindicación Serbia sobre la posesión de determinadas áreas de Macedonia que se hallaban bajo control búlgaro. Además, Serbia deseaba vengarse por no haber podido conseguir ningún territorio en la costa adriática.

El 29 de junio de 1913, un general búlgaro, que no actuaba bajo las órdenes de su gobierno, lanzó un ataque sobre las posiciones defensivas serbias. Aunque el gobierno búlgaro negó tener conocimiento alguno de esta ofensiva, Grecia y Serbia le declararon la guerra a Bulgaria el 8 de julio.

Dos semanas después, Montenegro, Rumania y el Imperio Otomano también le declararon la guerra a Bulgaria. El 30 de julio, los búlgaros, incapaces de enfrentarse a esta coalición, solicitaron un armisticio que les fue concedido.

Según el acuerdo de paz resultante, denominado Tratado de Bucarest y firmado en la capital rumana el 10 de agosto, Bulgaria perdió una parte considerable de su territorio, incluidos unos 7.700 km². que fueron asignados a Rumania. Entre otras compensaciones, la mayor parte de Macedonia pasó a formar parte de Serbia y Grecia. También Bulgaria tuvo que ceder una gran extensión de su territorio al Imperio Otomano en virtud de posteriores acuerdos.

En conclusión, y sin prestaciones de ningún tipo, las Guerras Balcánicas influyeron de una manera brutal en el transcurso de la historia, dejando aparte el hecho de que el asesinato de Francisco Fernando de Austria en 1914 fue el detonante de la 1ª Guerra Mundial y proporcionó a los austro-hungaros una razón por la que invadir Serbia, también fue el principio del fín de la caída del Imperio Otomano, ya que años ocho años más tarde, Kemal Atatürk, pondría fin al Imperio aboliendo el sultanato.

Posteriormente, quedaría repartido el territorio de esta manera:































Y mañana más, que la historia es larga y constante.

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