sábado, 3 de enero de 2009

La semana del espectador, hoy: JCVD.



























Prejuicios... lo único que puede llevar a no querer visionar esta película.

¿Y cómo? ¿Van Damme? Anda ya... ¿y sin pegar patadas? ¿en serio? ¿pero mejor que Blanco Humano?

SI. Rotunda y claramente. No es una interpretación como cualquier otra de Van Damme, él no tiene el listón muy alto en eso, lo que hace el belga en JCVD es reinterpretarse, reinventarse, darle una vuelta a su carrera, saber hacer, saber aprender.

Breve sinopsis como de costumbre y comenzamos: Jean Claude Van Damme es un actor acabado y en plena crisis, su carrera se estancó en protagonizar cintas de escaso presupuesto directas a vídeoclub, ha perdido la custodia de su hija y los impuestos están saqueando su capital. Van Damme decide volver a Bélgica, lugar de nacimiento de la estrella, estrella en decadencia, para recuperar algo de paz.


Empezando maravillosamente con un plano secuencia que muestra lo anteriormente dicho, el trabajo de JCVD, el producto de videoclub salteado con explosiones barateras, acción mal rodada y agotamiento por parte del belga como deja notar en algunos cortes.











A lo que sigue la insistencia de Van Damme por redimirse de tal producto intentando hacer bien la escena, con 47 años, está agotado, las tomas son nefastas y se tiene que vender para salir adelante, pierde la custodia de su hija... sus propios productos se vuelven contra su vida.

Volviendo a Bélgica buscando un poco de serenidad se ve envuelto en una situación aún peor, en ese mismo instante podemos ver al actor en su papel más humano y autocrítico.

Casi como una autobiografía, Van Damme se vuelve contra sí mismo, dando una lección sobre los peligros de la fama en los Estados Unidos y, tal como una montaña rusa, un día se vió en la cima y al siguiente en el olvido más profundo.

Su relación con las drogas, con las cuales tuvo serios problemas, mujeres, a las que muchas amó pero no conservó y sus escarceos en televisión, de los cuales su hija siente vergüenza, además de estar reflejado en varias escenas, así como su acento.

Esto último tiene una explicación, Van Damme habla un francés un poco "raro" debido a su procedencia belga y en los programas de televisión suele dar discursos enrevesados sobre filosofía y puntos de vista abstractos, lo cual le ha originado ser motivo jocoso en Francia, pues bien, incluso sobre esto se vuelve el belga.

La película mezcla de forma sublime realidad con ficción, breves tonos de comedia (sin mencionar el pique con Steven Seagal y su "corte de coleta") con la más absoluta humildad y confesión. ¿En realidad una estrella de las artes marciales se arriesgaría ante tres parias armados? no, esto es real y en la realidad no solo se trata de eso, es un ser humano, una personaque se ve atrapado por los errores de su pasado, del que, con una mirada absolutamente sincera confiesa arrepentirse y avisar de su renacimiento, pidiendo perdón a sus seguidores tanto como a sí mismo.









Destacar también los dos puntos de vista de la acción durante la película y grandes guiños como su mítica pose con el puño y la patada salvadora de sus típicas películas.









Magnifica reflexión de Van Damme sobre su vida, planos bien rodados con cuatro duros, una historia de ficción poco innovadora pero con una motivadora entrega por parte de Jean-Claude Camille François van Varenberg, renacimiento del anterior Van Damme, inaudita actuación, la cual solo es criticable por (y termino como empecé) prejuicios.

1 comentario:

Green Arrow dijo...

¡Van Damme eres mi Dios detrás de Chuck! XD