lunes, 14 de septiembre de 2009

Interrail Europeo - Día 3: Lille - Amsterdam.

Y como iba diciendo hace eones, Lille es un peligro de ciudad, bonita, pero peligrosa.

Salí de allí con dirección a Amberes (Bélgica), lo poco que pude ver era muy vistoso, las personas con las que conversé te respondían de forma muy cortés y los precios eran bastante más baratos que en Francia, además tenían un chocolate (de tableta, de tableta...) riquísimo.

Solo pude ver la estación de Amberes, que como podréis observar en esta fotografía, es bastante lustrosa.















A continuación partí hacia Amsterdam.

Goza de una estación bastante decente pero menos recargada que la de Amberes, me llamó la atención la cantidad ingente de bicicletas que se podían encontrar por metro cuadrado, la mayoría con más roña y óxido que las orejas de Fraga, pero oye, funcionar funcionaban.

Pasee por sus calles, mucho comercio, sobre todo por parte de extranjeros. Los turcos allí son los rumanos de aquí. También mucho asiático, pero los asiáticos son ciudadanos del mundo, están en todas partes así que tampoco era algo del otro jueves.

Con respecto al comercio, mucho merchandising de la ciudad con sus camisetitas, placas, llaveros y demás tontadas que uno compra para dar constancia de que estuvo en Amsterdam pero que no tienen más utilidad que adornar (por si preguntan: sí, me compré una placa del Barrio Rojo, soy un badass).

La comida no está mal del todo aunque no comí nada típico, cosa de ir a gastos mínimos.
Seguí paseando hasta ver lugares de interés como la plaza Dam, donde se sitúa el Obelisco Nacional en honor a los soldados holandeses caídos en la Segunda Guerra Mundial, simbolizan a estos adheridos al obelisco recogidos por los brazos de Cristo, dentro del monumento hay tierra de diferentes provincias holandesas. Delante del Obelisco está el Palacio Real, enorme, construido en el siglo XVII si mal no recuerdo.














Obelisco de la Plaza Dam.

¡Y! ahora viene lo más solicitado del viaje: ¿Las prostituter? No, las drogas.

En cada esquina hay diversas tiendas donde se pueden comprar desde semillas hasta tripis, peyote, LSD y muchas cosas más en la casa de Playschool. A priori todo parecían alucinógenos, no había drogas duras como cocaína, crack, speed, heroína y todas esas mierdas.

Los precios rondaban desde los diez euros hasta cien me pareció ver que era lo más caro, pero claramente dispondrían de productos más costoso. Aún así yo soy hombre de Jack Daniels, Black Label y demás whiskys y no me apetecía ir nadando estilo delfín desnudo dentro de los canales de Amsterdam por culpa del peyote, además el encargado de la tienda tenía un colgamiento serio y ya con verle se me quitó toda gana de probar, era como el hippie de Futurama pero con el pelo corto.









Tío, tío, tíiiio, canta conmigo: ¡Que alboroto!

Por otro lado se encuentran los coffee shops, generalmente se localizan por el Barrio Rojo, en estos locales venden marihuana mientras sea una cantidad pequeña, creo que unos cinco gramos diarios y siempre que los compradores sean mayores de edad, por cierto, vienen con su carta y todo como si estuvieras pidiendo un cóctel, con distintos precios según su calidad.

La zona de compra suele localizarse abajo, mientras que arriba se divide la zona entre la de no-fumadores y fumadores, con su televisor LCD, sus billares y todo incorporado para pasar un buen rato.

Tras tomarme una jarra de cerveza, me alquilé una habitación compartida en pleno Barrio Rojo, "Heart of Amsterdam" se llamaba dicho hotel.
No estaba mal, tenía Internet gratis y desayuno por la mañana. Cada habitación estaba decorada con motivos de películas, hasta que llegué a mi cuarto y me tocó con dos tías de Mónaco en la habitación, más sosas que Mafalda. Además, para culminar la jugada, mi habitación tenía decoración del Señor de los Anillos... manda cojones, si me hubieran traído a Chewbacca y a Spock tendríamos el reparto friki completo.

Llegó la noche y se hizo mucho más interesante el Barrio, ju ja ji. Los sex shops abundan, los locales con porno live abundan, hay desechos sociales vagando por las calles y buscando presas para decirles con una siniestra voz si quieren cocaína (psch, coke...), todas esas pequeñas cosas que suelen abundar en ciudad pecaminosa.

Legalmente la prostitución está aceptada en Amsterdam, siempre y cuando sea en zonas propias para ello, a pesar de esto, no puedes fotografiar dentro del Barrio Rojo así que si no quieres despedirte de tu cámara... haz fotos pero a escondidas, a lo reportero en Fallujah.
Hay otras zonas apartadas del Barrio Rojo donde también hay sexi-escaparates, pero se nota la degradación en belleza en comparación con las prostitutas del Barrio Rojo. En éste ciertamente algunas parecen modelos mientras que las de los alrededores parecen sacadas de un cutre club de carretera camino a Murcia, no es conveniente salir si no sabes por donde vas.














El Barrio Rojo destrangis ¿veis los ventanales rojos? Pues ahí hacían servicio :-)

Para finalizar, si sabes donde meterte es una ciudad muy divertida, hay que tener fuerza de voluntad para no caer en sus redes pero es un foco de libertad y placer inmenso.
Por cierto, la bebida es bastante cara, creo que hay impuestos por bebidas alcohólicas o algo por el estilo, menos mal que los holandesxs son gente sociable y si les das un poco de coba te invitan a un trago, pero sobre los holandesxs ya profundizaré con más detalle en el Día 4.

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