martes, 1 de septiembre de 2009

Interrail Europeo - Día 1: Madrid - Hendaya.

Como prometí hace más de un mes narraré mi viaje alrededor de Europa, espero completar cada entrada por día, he empezado esta después de no dormir toda la noche (aunque eso viene siendo costumbre mía) y puede que esté incompleta porque sinceramente a las ocho de la mañana no estoy muy lúcido, cojones, sabía que la tenía que haber empezado a escribir a las tres de la mañana en lugar de estar leyendo Civil War...

Empecemos:

Salí de mi casa sobre las cinco y media de la mañana para llegar a la estación de Chamartín en Madrid que es donde tenía que coger el tren a las ocho, lo malo de Madrid es que desde las jodidas seis de la mañana hay un ajetreo automovilístico que ríase usted de las carreras de NASCAR en Indianapolis, por lo que el viaje supuesto de una hora se duplicó.

Aún así llegamos a tiempo para desayunar lo que serían los últimos churros que mi cuerpo gozaría hasta hoy, que ya levantado aprovecho para ir a comprar.
Obviando este último apunte sobre engordar mi hercúlea figura, después del desayuno con mis padres y advertirme sobre los peligros prostitutivos, drogaínicos y gripeatínsticos, cogí el tren para Hendaya.

Sobre el viaje en el tren no hay mucho que comentar, seis horas de viaje acompañado por el amigo Andrei Tarkovski y su libro "Esculpir en el tiempo", que no pude disfrutar en su totalidad puesto que poner el cien por cien de atención en el libro mientras viajas en un tren es harto caótico en un libro tan brillantemente redactado.

Así que mcPlissken da un salto en el tiempo y se sitúa ya en Hendaya, conocida históricamente por ser la ciudad donde se entrevistaron Franco y Hitler en 1940. Sobre Hendaya comentar que es como si vas a Denia pero con vascos y franceses en lugar de valencianos y alemanes, es una ciudad playera, bonita además, la gente suele saber castellano y la playa es excelente, límpia y con aguas a buena temperatura. Aquí tuve la suerte de encontrarme a unos paisanos de tierras manchegas y pasé el día con su grata compañía, tuve que desembolsar diez euros por un bañador de flores hortera pero pasé un bonito día de playa con vistas a tías desnudas por ahí, ya sabéis, lo que viene siendo la táctica de: "Que bonita es la playa pero te miro a las tetas porque vas desnuda y lo sabes".
















La playa de Hendaya en todo su esplendor.

Cené precariamente, me despedí de los compadres que se iban a las diez, la noche se hizo y aquí va el primer aviso que os doy antes de iros a cualquier lugar fuera de casa: RE SER VAD.

Porque si amigos, antes de llegar a ser la versión española de Bear Grills era un muchacho temeroso de su vida que buscaba cuatro paredes donde alojarse antes de que cayera la noche y los malvados yonkis vasco/franceses pudieran pincharle en un ojo, así que llamé a un taxi y me llevó a por dos hoteles antes de que a la tercera llegara la vencida, eso sí, la vencida me costó sesenta y tres euros y os aseguro que no era el Palace.

Tras esto dormí escasamente porque salía el tren destino Burdeos a las siete creo recordar, fué el primer y último día en el que desperdicié el dinero en un hotel, y vuelvo a recordar: RESERVAD siempre. Dejo una última foto:
















Monumento en honor a los héroes de Hendaya que participaron en la gran guerra.

Mañana narraré la travesía desde Hendaya hasta Lille, que también tuvo lo suyo.

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