Volviendo al trayecto, llegué a Burdeos y esperaba reservar un tren hacia París, anoté las horas de salida y tal y iluso de la vida fui a reservar el tren, me dicen que sí que hay asientos y tal y me piden veinte euros, yo por supuesto saqué mi pase interrail y dije que tenía el pase y tal. La respuesta por parte de la taquillera fue: Ah, entonces no, no hay billetes.
Y desde ese momento Francia y yo somos inseparables... en el odio, pero que panda de rateros los sacre bleu de los cojones. Por supuesto ni de coña me iba a quedar ahí anclado cual ballenato en la orilla así que me colé en el tren, los revisores me pidieron el billete, les dí mi interrail y ¡ningún problema!, menudos parias los de las estaciones francesas.
Llegué a París cuatro horas después, no me quedé mucho en la ciudad porque la iba a ver de vuelta, llegué a ver la estación, Paris Montparnasse si no recuerdo mal y salí hacia Amberes en un intento por salir cuanto antes de Francia, y pillé la mejor.
Antes de llegar a Amberes había que hacer escala en Lille, el cambio para el tren hacia Amberes era en poco tiempo y en otra estación cercana a la cual llegué así que no me dio tiempo a coger el tren.
Aún así la ciudad "parecía" agradable, con una estación enorme, un carrefour enorme, un parque enorme, que te daba esa sensación de: "Uh, esto tiene que ser una metropolis cojonuda".
La estación de Lille con su Lille Carrefour.
Epic fail para mí, Lille resultó ser una ciudad en la que te encuentras cual vecino jubilado, a militares haciendo rondas por la ciudad con sus FAMAS, que para los que no hayáis jugado a Metal Gear (aunque esto es simple protocolo porque todos los que me leen han jugado así que es engordar texto) es un fusil de asalto, vamos, que precisamente con porra y spray no iban.
Yo, ignorante aún de aquello, me preguntaba: ¿Y a qué tanto militar con lo bonito que es esto?, lo cual me quedó resuelto diez minutos después ya que se sucedió una pelea brutal entre dos bandas, y no precisamente esas peleas de: "Yo te empujo, tu me empujas, blablabla y los dos para casa".
No no señores, eso era la guerra colombiana, botellas volando, hostiones por todas partes, cinturones fuera de los pantalones y ya llegó el que partió la pana, un moreno sacó un cuchillo que rivalizaba en tamaño con el de Rambo. Y yo estaba a unos cien/doscientos metros con mi bocata de jamón mirando estupefacto la escenita, si señor, reportero de guerra, ya me empezaba a curtir.
Y a partir de aquí fue la debacle total, gente zurrándose por las calles, vagabundos pidiendo droga, tirados por todos sitios, joder joder joder eso era el puto Bronx francés, en cuanto tuve ocasión cogí el primer hotel razonablemente barato y ahí que me quedé, no sin ver otras dos peleas más, una especialmente cruenta en la que a un pirado le empotraron la cabeza contra una valla. ¿Recordáis aquellos vídeos de Impacto TV que grababan desde el balcón las peleas y acababa con chorros de sangre y la policía de por medio? pues lo mismo.
Aún así, el hotel no estaba mal, con ducha en la propia habitación y mini tele LCD, además robé una funda de almohada para llevar la ropa sucia y nos sirvieron un buen desayuno, por lo que puedo concluir que el hotel fue lo mejor que vi de aquella ciudad.
Y en la próxima entrada, Amsterdam, la Vice City de Europa.
1 comentario:
En el fondo he de reirme al leer esto...pese que me tuvieses preocupadisima.
¿Sabes que?
He de comentarte una cosa xD
XxX
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